martes, 19 de octubre de 2010

LAS DELICIAS DE SIR WILL

Sir Will entró a la enorme habitación en silencio y, luego de un par de cabriolas, se sentó en el sillón frente a su buen amigo, el Coronel Harker. Cruzó sus piernas en un gesto displicente y agitó su muñeca como quien quiere apartar un mal olor o quizás una emanación intestinal, que pueden ser lo mismo.

- Hummm... - murmuró el Coronel mientras soplaba su pipa color mermelada de fresa - Lo veo pálido, mi compadre.

El Coronel suspiró y las pompas de jabón salieron de su pipa lanzándose al vacío como chanchos salvajes a esas deliciosas mazorcas amarillentas también conocidas como choclos. Se acomodó la corbata de ositos y miró con gravedad a su interlocutor.

- Es por culpa de esa condenada mujer, Coronel. - dijo Sir Will meneando la cabeza.- No me ha dejado en paz desde que puse pie en el Club.

El Coronel Harker era un tipo muy duro, un temible guerrero, un verdadero grasa. No era de los que se dejan amedrentar y tampoco de los que dejan propina.

- Usted debe comprenderla, Sir Will.- dijo Harker sonriendo- Después de todo es su enfermera. Recuerde que padece Ud. cierto desorden y debe estar cuidado por esa dama encantadora .

Sir Will agarró sus piernas para sacarlas con las manos y luego sacó los brazos con la cara. No conseguía expresar su angustia y la pronunciada arruga de su frente ya se asemejaba a un bache del microcentro porteño.

- Ya lo sé, Coronel. Pero hace seis días que no tengo un momento de intimidad. Creo que odio a esa mujer.

- Bueno, bueno, joven amigo. -rió el Coronel- Ya sabe lo que dicen de los hombres que sienten repelencia por las mujeres.
Se les llama misóginos
.

Sir Will entornó los ojos. Luego se arregló el bigotote con acentuado interés bufando por la sorpresa.

- ¡Vaya! - exclamó - Cada día se aprende algo. ¡Yo me he pasado casi toda la vida diciéndoles "putos"!

Acto seguido el Coronel Harker sacó una tarjeta amarilla y, poniéndola en alto, se la mostró a Sir Will con severidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario