lunes, 22 de febrero de 2010

CORTO MALTÉS SIEMPRE VUELVE

Cuando tenía 10 años, en España, en la zona del país vazco, mientras esperaba en un hotel que mi familia cumpliera con una curiosa búsqueda de sangres, me encontré divagando por la biblioteca del establecimiento. Entre algunos libros viejos, había tomos de Asterix, ZipiZape y Mortadelo. Entre todos ellos había un tomo que me llamó la atención "La Balada del Mar Salado" de Hugo Pratt. La tapa mostraba a un chico y una chica en un bote a la deriva.

Así conocí a Corto Maltés, ese personaje de Pratt cuya lectura me generó, desde el primer momento, una sensación diferente. Y eso fue porque Corto era un "héroe" diferente. En "La Balada..." aparece como protagonista, como secundario, como salvador, como villano. El argumento es extraño y las emociones turbias de quienes entran y salen de la historia son, precisamente, las que marcan el ritmo. No es extraño que uno se sienta un poco mareado en la primera lectura, como si en el mar estuviese.

Corto Maltés, viajero sin destino que trazó en su mano su propia línea de la vida con un cuchillo cuando descubrió que había nacido sin ella. Melancolía al 100%, a veces protagonista, la mayoría de la veces, observador. Ñ de Clarín está publicando este clásico europeo para todos aquellos que quieren leer algo distinto. Una lectura donde uno puede sentirse incómodo y poco seguro.

Es que Corto, no gana siempre. De hecho pierde y mucho. Al final de "La Balada..." Pandora, la mujer de sus sueños, reflejo de esa mujer que todos tenemos, esa que amamos durante años en silencio (y ella nunca nos dejó tocarle un pelo, maldita); esa mujer le dice adiós.

Corto: Que linda. Me recuerdas a un tango de Arolas que escuché en Buenos Aires, en el bar de la Parda Flora.
Pandora: A lo mejor me parezco a alguna que había allí.
Corto: Precisamente porque no te pareces a ninguna, me gustaría encontrarte siempre en cualquier lugar...
Pandora: No voy a ir con usted, Corto Maltés.
Corto: Ya lo sé. Adiós, Pandora.




Esta es una despedida como las de verdad, porque en las despedidas de este tipo, que te desgarran por dentro, es donde uno aprende que muchas veces uno tiene que dejar ir lo que quiere. Y dejar ir es parte de la vida.
"Ya lo sé. Adiós, Pandora". Corto, no sabés como te entiendo.

miércoles, 17 de febrero de 2010

QUIEN HA VISTO AL VIENTO


"Caminaba hacia el final de la calle y hacia la pradera con el ruido de los grillos sonando a mi alrededor. Podía oír el sonido y el azotar del viento en la pradera trazada con cables de teléfono. Recuerdo mirar al cuerpo muerto y reseco de un topo lleno de hormigas, moscas y escarabajos subterrameos. Parado allí, con esa imagen en mi cabeza vulnerable...
Supongo que aprendí de muy joven que yo era mortal
."

W.O.MITCHELL