viernes, 1 de octubre de 2010

EL SILENCIO DEL FINAL


Durante siglos filósofos y pensadores de todas las edades y nacionalidades se han cuestionado sobre el sentido de la vida. Las religiones hablan de un lugar especial para aquel que ha cumplido con sus preceptos. Entonces uno "sabe" que cuando la vida termina uno va a ese lugar especial a ser recompensado. O a un lugar diferente y no muy agradable si no lo fuiste.

Entonces ya no pensás por tu cuenta, pensás religionizado*.

¿Cómo era tu vida un año de que nacieras? ¿Te acordás? Bueno después de la muerte, no debe haber demasiada diferencia con ese estado.

La vida tiene sentido si uno agarra cada momento y se alegra de poder disfrutarlo, si sabe que termina, si intenta hacer lo mejor que pueda (y más) todos los días. Hay amor, pero no necesariamente existe un único amor. No siempre las cosas son justas. No hay seguridades, Señores. Si pensás que siguiendo preconceptos vas a ser feliz quizás lo seas. O por ahí solo estés siguiendo un guión.

Un hombre entró a un bosque embrujado. "He sido bueno durante toda mi vida, nuca he dañado a nadie. Si los demonios pueden herirme quiere decir que no hay justicia" dijo en voz alta mientras caminaba. "No la hay" dijo una voz detrás suyo.

El sentido de la vida es aprovecharla, para que antes de volver a esa nada, podamos decir: "fue un buen viaje".

Lo otro... Souvenirs nomás. Fuí sentimental cuando era viejo.

*Esa palabra no existe. La inventé yo.

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